Previsión Meteorológica

martes, 5 de junio de 2012

EL DÍA QUE LUCIFER VISITÓ CANTABRIA

INTRO:

Hola a todos: aunque este (nuestro) blog esté dedicado a las dos ruedas me parece de recibo que yo desde aquí relate la increíble experiencia que viví y para la que estuve entrenando cerca de 5 meses.
Allá por el mes de diciembre de 2011 Luís leis, Jose (mi cuñado) "and me", decidimos apuntarnos al infierno cántabro o lo que es lo mismo los 10000 del soplao, cita que este año se celebraría como siempre en la localidad de Cabezón de la Sal el 19 de Mayo. Tanto Luís como Jose se tendrían que enfrentar nada menos que a 165 kms de duro recorrido por monte en bicicleta, pero yo por mi parte tendría que recorrer 45 kms de ruta a pie/corriendo que también tendría su miga...(y tanto).

LA LLEGADA:

Llegamos a Cabezón el viernes 18 de mayo cerca de las 11 de la noche, justo a nuestra llegada nos reunimos con Roger, Ramón y su mujer Irene para que nos hicieran entrega de los dorsales que tan amablemente se ofrecieron para cogernos esa misma tarde. Charlamos un rato con ellos y luego nos vamos para la localidad de las Cuevas situada en el valle de Valdáliga, que es donde teniamos nuestras habitaciones en un precioso caserío rodeado de un no menos maravilloso entorno. En la habitación durante la cena todas son risas, chistes y bromas ignorantes los tres de lo que nos depararía el día siguiente. Después de la cena, nos disponemos a introducirnos "en el sobre" para intentar dormir la mayor cantidad de horas posibles, cosa imposible teniendo de compañero de habitación a Luís leis, con lo que la fiesta de risas se alargó un poco mas haciendo que durmieramos solamente 4 o 5 horas esa noche.

LA EXPERIENCIA:

Me despierto sobre las 6 y media con ruido exagerado de los vecinos bikers (creo que tomando venganza de lo que le armamos la noche anterior), y me levanto dispuesto como mis compañeros a enfrentarme al desafío que nos marcamos hace meses. Nos vestimos (también entre risas y chistes) y arrancamos hacia Cabezón. A nuestra llegada al pueblo vemos ya la gran cantidad de gente y participantes allí concentrados, montamos rápidamente las bicis, yo mochila a la espalda y volando hacia la salida.
Al rato me despido de los dos bikers deseándonos suerte y me encuentro con un grupo de chicos y chicas uniéndome al mismo. Llego un poco tarde a la salida y me veo en la cola del pelotón, pero el grupo al que me uní decide echarse a correr para coger algunas posiciones mas adelantadas y yo les sigo el ritmo.
Empezamos a adelantar bastante gente y comienza la primera subida dura a Sierra del Escudo. Al coronar, en la cima ya se empieza a notar los que físicamente van medianamente bien y los que les falta el aliento, ya que me encontré con gente que se paró a beber y comer y tomar un poco de aire.
Hasta ahí mas o menos bien, pero empiezan los problemas en el momento despues de la primera cumbre ya que comienza a llover y me pongo el chubasquero (que ya no me quitaré hasta la llegada a meta).
Nos enfrentamos seguidamente a un desfiladero impresionante en el que ya hay que hilar fino para evitar resbalones y caídas (la lluvia no cesa).
Ya en medio de la niebla veo un taponamiento de gente y me pregunto qué pasa, pero enseguida hay respuesta a mi pregunta; nos enfrentamos una radical bajada hacia Ruente, (os aseguro que cualquier cortafuegos que conozcáis por aquí es una broma al lado de este).
Ya en el pueblo de  Ruente y con las piernas supercargadas por frenarme en la bajada, hay pequeños puestos que ofrecen líquidos como agua o aquarius y me pillo algo y sigo sin parar, ya veo también gente animando a ambos lados de la ruta y así seguimos hacia Campa Ucieda, la lluvia no cesa en un día totalmente gris, frío y en el que no se ve casi nada debido a la espesa niebla que nos acompaña todo el tiempo, aquí es uno de los pocos momentos de día que cojo un tramo en subida larga pero poco intensa en la cual aprovecho para darle caña y voy adelantando bastante gente.
Llego al primer avituallamiento después de encontrarme con unos 7 u 8 kms de camino imprácticable por el barro, y en el cual la mitad de las pisadas son enterrándote los pies hasta los tobillos, y la otra mitad son frenándose para no caerse al suelo. En este avituallamiento coincidimos con los de btt, los miro y no traen mejor cara que nosotros, al contrario veo puestos de cruz roja auxiliando a gente tanto de bici como de ruta, como un pequeño bocadillo de jamón y queso, bebo un aquarius y noto que me empiezo a enfriar, con lo cual decido no descansar y seguir.
Y aquí empieza ya el verdadero suplicio. En la ruta de los 12 puentes el suelo está ya supermachacado por el paso de tantos participantes, el dichoso barro y la incesante lluvia que casi no paró en todo el día, físicamente voy muy bien, pero moralmente me voy minando por veces, me pasan mil pensamientos por la mente entre los cuales se encuentra el abandono ya que yo tenía entrenada y preparada la ruta para hacerla entre 8 y 9 horas y veo que hay sitios por donde podría correr pero el mal estado de los caminos me impide hacerlo como yo quisiera.
Superado este tramo, llego al kilómetro 25 mas o menos y me encuentro con otro avituallamiento, me paro como y bebo algo y me planteo el abandono porque el tiempo en vez de mejorar empeora cada vez mas.
No sé lo que me hizo seguir en ese momento, pero creo que uno de los motivos fue un señor de unos apróximadamente 50 años que anteriormente conocí en la ruta de los puentes, el cual lo vi arrancar del avituallamiento dispuesto a enfrentarse en el medio de todo este infierno a la última y mas temida subida del Toral cuyos últimos 500 metros tienen un desnivel del 38%. Por el camino nos encontramos gente que viene de vuelta porque ya no puede mas. Realizamos la subida en silencio los dos, el señor marcando un ritmo bastante exigente pero yo no ceso y voy al par de él, adelantamos gente que sube medio muerta, entre ella un chico de apróximadamente 20 y pico años que lleva la cara pálida y al cual aconsejamos que de vuelta porque lo vemos bastante mal. Justo en el kilómetro 30 empieza la última gran batalla comenzamos a subir, subir, subir y subir hasta que prácticamente nos encontramos con un muro casi al par de nuestro cuerpos, tenemos que subir casi a gatas y a mi es la primera vez en el día en el que me tiemblan las piernas, tanto por la altitud como por el desnivel. Al llegar a la cima vemos un cartel grande el cual reza: !LA GLORIA! Y según vamos coronando echamos cada uno de nosotros un grito según nuestro aliento nos deja de victoria por haber vencido y superado tal dificultad. Desde la cumbre puedo divisar a lo lejos gente que comienza la subida y en cierta manera me dan pena porque pobres de ellos lo que les queda. Ya arriba me toco las manos y las veo hinchadas y que apenas las puedo cerrar, el frío a casi mil metros de altitud y con este día infernal es intenso, la niebla apenas nos deja ver el camino y vemos un cartel que pone: en caso de niebla  seguir al lado de la valla, y !vaya si lo hacemos! mas o menos en el kilómetro 35 vemos un puesto de avituallamiento en el que ofrecen salchichas y pan caliente, !ESTO SÍ ES GLORIA!
Yo me tomo dos o tres salchichas que me hacen revivir, sin dudar me dispongo ya a realizar la última bajada (radical pero esta vez de cemento) hacia Coes pasando por Mazcuerras. A partir de ahí el camino mejora y por fin puedo hacer algunos tramos corriendo; cuando desde lo alto y para satisfacción personal veo a lo lejos el pueblo de Cabezón.
Ya los últimos 2 kilómetros son de carretera lisa y llana, !Por fin!,carretera en la cual veo gente cojeando, y con las rodillas vendadas; me considero afortunado pues les paso por el lado corriendo y los animo, ellos me dedican unas sonrisas casi penosas y enfilo el centro del pueblo.
Llega el momento mas emocionante de día, momento por el que pienso en mis adentros mientras voy trotando que todo por lo que pasé valió la pena, ya solo por el subidón de adrenalina que me dio al entrar en meta tan bien como entré (aunque lleno de frío) rodeado a ambos lados por la gente que me animaba y alentaba mientras no llovía, sino que caía un auténtico diluvio. En la meta un chico de la organización me recibe con un animoso abrazo diciéndome: muy bien campeón!! En ese momento tengo sentimientos encontrados, no sé si reír o llorar, creo que me cayeron un par de lágrimas de alegría.
Me dirijo hacia el pabellón para encontrarme con mis compañeros que allí me esperan: Luís, Jose, Roger, Ramón e Irene. Al llegar recibo felicitaciones de todos y me siento a comer un buen plato de pasta que bien me lo tenía merecido.

EL FINAL:

Así, así viví yo esta increíble experiencia de la cual me considero afortunado por haber terminado, es lo mas duro a lo que fisicamente me enfrenté en mi vida y espero repetirlo el próximo año, pero a poder ser sin esas inclemencias del tiempo. Espero que os gustara la narración de esta aventura, un saludo a todos.


SANTI NERI ARUFE